Dicen siempre por ahí, cuando llegan estas fechas de despedir el año viejo y esperar el siguiente, que el año nuevo será mucho mejor, que el próximo año será el año de la victoria… “Este será tu año” es el mensaje que recibimos de muchas personas, de canciones, de memes inspiracionales… Al pobre año que termina lo disfrazamos de un muñeco despreciable y hasta le prendemos fuego, porque hay que quemarlo, matarlo porque ya se va con todo lo malo.
Pero me pregunto, ¿por qué debemos despedir el año pensando que el que viene si será bueno “haciendo cenizas” el año que termina? ¿Acaso no consideramos que el año que cierra es la base de construcción para lo nuevo que viene? ¡Estamos de pelea con el año que terminó y seguimos en una tradición repetitiva, año tras año, llorando inclusive a veces cuando suenan las 12, como una terminación del mundo, un instante de pausa, donde creemos que lo malo ya por fin pasó y lo bueno ahora si está por venir por arte de magia por un cambio en el calendario!
Y con rituales de uvas, ropa interior de color y demás, hacemos una predicción y manifestación divina, pero que a los pocos días quedan ahí; olvidando que los sueños se construyen día a día, que no depende sino de nosotros mismos lograrlo; de la claridad de nuestros propósitos, de nuestra fe, y de lo que nos enseñan las experiencias enterradas o quemadas en esos “años viejos” que hemos despedido.
Entonces sobre esa base, quiero invitarlos hoy a una reflexión, a una afirmación diferente para el año que culmina para despedirlo con honores y darle la bienvenida, desde el agradecimiento, al que sigue en el ciclo del destino divino, de la continuación de objetivos y la convicción de lo que queremos para nuestra vida. Hoy yo quiero dar gracias por este 2023 que viví junto a ustedes y dar gracias por las veces:
Que fuimos desordenados.
Que ordenamos cosas.
Que improvisamos.
Que planeamos.
Que peleamos.
Que conciliamos.
Que lloramos.
Que nos reímos.
Que aprendimos.
Que abrazamos.
De las personas de las que nos despedimos.
De las personas a las que recibimos.
Al final… de todo lo que vivimos.